Tras su destitución por el Gran Consejo Facista el 24 de julio de 1943, Benito Mussolini fue detenido y mantenido en paradero oculto para evitar que pudiera ser liberado por sus fieles. Cuando el hecho llegó a oídos de Hitler, surgió su determinación de liberarle, pues quería mandar un mensaje claro a los propios italianos de que Alemania no estaba dispuesta a entregar el país transalpino a los aliados. Además, la imagen de su amigo compareciendo ante un tribunal aliado iba a resultar muy incómoda. Había que encontrar al Duce a cualquier precio.
Pero no sería tarea fácil. Los italianos sabían que los alemanes harían lo imposible para liberarlo, por lo que extremaron las precauciones.Himmler se encargó de buscar pistas mediante agentes sobre el terreno, sin resultado. Ante las presiones del Fuhrer, el jefe de las SS se vería forzado a emplear métodos menos ortodoxos. Reunió a los videntes cautivos en el campo de Sachsenhausen pretendiendo que con sus poderes psíquicos llegasen a donde no lo habÌan hecho los agentes germanos. Así, el 18 de agosto de 1943, astrólogos, ocultisas, quiromantes o radiestesistas fueron enviados a un albergue de las SS junto al lago Wannsee. AllÌ les entregaron mapas de Italia y les ordenaron buscar al depuesto dictador. Ante esa difÌcil tesitura, los videntes se mostraron hábiles intuyendo lo que Himmler quería oír. El Jefe de las SS sospechaba que Mussolini podía estar en la isla Maddalena, al norte de Cerdeña.El indisimulado interés que mostraba cada vez que el péndulo pasaba sobre la isla era advertido de inmediato por el especialista, por lo que se encontraba allí las espirales del péndulo, confirmando asÌ los indicios de que disponía el jefe de las SS.
Otros lanzaron afirmaciones, pero igualmente despertaban en Himmler la esperanza o le ofrecían detalles desconocidos. Un quiromante, por ejemplo, tomó la mano de un oficial, lo examinó y dijo: “Mussolini está sano y salvo, y permanece fiel a Alemania. Si el Fuhrer no acude pronto a liberarlo, será extraditado a América”, lo que causó sensación entre los nazis. La sesión fue considerada un gran éxito y los prisioneros tuvieron derecho a una comida pantagruélica, pudiendo olvidar por un día sus terribles penalidades.
Curiosamente, aquel día Mussolini se encontraba, en efecto, confinado en la isla Maddalena, por lo que las sospechas de Himmler, refrendadas por los astutos videntes, se revelarían ciertas.
Finalmente, Mussolini sería rescatado de un hotel de montaña en el Gran Sasso, el 12 de septiembre de 1943 por un comando alemán aerotransportado, y pudo reunirse tan solo tres días después con Hiltler.