Los tiempos en que se estigmatizaba su uso parecen haber pasado a la historia. En la actualidad, numerosos profesionales de la medicina alternativa, expertos en nutrición e incluso entrenadores personales apuestan por el aceite de coco, una sustancia rica en triglicéridos de cadena media, fácilmente asimilables por el organismo. Además, investigaciones recientes muestran que su empleo puede ayudar en el tratamiento de enfermedades como el Cáncer y el Alzhéimer.
“En cierto sentido, podemos ver el coco como el botiquin médico de la naturaleza. Los productos derivados de él (pulpa, aceite, leche y agua) pueden emplearse para nutrir el cuerpo, sanar las heridas y superar la enfermedad”, escribe el Dr. Bruce Fife, médico nutricionista y naturópata, en “El coco cura” (Sirio, 2015), libro donde desgrana el amplio arsenal terapéutico de esta maravillosa fruta, obtenida de la palmera más cultivada a nivel mundial. No obstante, los beneficios del coco no son tan conocidos como los de otras frutas menos extendidas. Por ejemplo y como recuerda el Dr. Fife, durante miles de años el coco ha sido utilizado para curar problemas tan diversos como los abscesos, el asma, la alopecia, la bronquitis, las quemaduras, el estreñimiento, la tos, la disenterÌa, el dolor de oídos, la gingivitis, la ictericia, los cálculos renales, el escorbuto, las infecciones cutáneas, el dolor de muelas, la tuberculosis y el tifus, entre otras patologías. Pero, ¿por qué cura el coco? La clave está en su aceite.
EQUILIBRIO INTESTINAL
La mayorÌa de las grasas presentes en nuestra dieta, ya sean saturadas o insaturadas, están formadas por ácidos grasos de cadena larga (AGCL). Sin embargo, el aceite de coco está compuesto principalmente de ácidos grasos de cadena media (AGCM), lo que precisamente confiere a este aceites sus extraordinarias propiedades nutricionales y terapéuticas. Los tres ácidos grasos más importantes del aceite de coco son el láurico (C12), el cáprico (C10) y el caprílico (C8), los cuales, unidos a los monoglicéridos que contienen, proporcionan un asombroso germicida. “El proceso es tan eficaz que puede acabar incluso con los supergérmenes que se han vuelto resistentes a los antibióticos”, subraya el Dr. Fife. A propósito de los antibióticos, el aceite de coco puede proporcionarnos un enfoque más racional en el tratamiento de patologÌas habitualmente combatidas con estos fármacos. Buen ejemplo de ello son enfermedades como el sindrome del intestino irritable (SII), la enfermedad de Crohn y la colititis ulcerosa, cuya incidencia asociada a los malos hábitos dietéticos, ha aumentado de forma muy alarmante durante las últimas décadas. “Para tratar estos transtornos intestinales -continúa el Dr. Fife-, suelen utilizarse antibióticos. Los pacientes experimentan alivios de sus sÌntomas, pero ese alivio, en general, es breve. Un enfoque más apropiado sería mejorar la salud intestinal. Volver a equilibrarla. Esto puede hacerse reduciendo los dulces y las harinas refinadas, evitando fármacos que destruyen las bacterias beneficiosas, comiendo alimentos con fibra (verduras, cereales integrales, coco), ingiriendo productos fermentados (leche y agua de coco) -que añaden bacterias beneficiosas- y empleando aceite de coco, que elimina las bacterias y cultivos causantes de la enfermedad pero no de las baterias benignas”, explica este médico y naturópata. Por otra parte, estudios muy recientes han puesto de manifiesto que el aceite de coco podría combatir una de las enfermedades y dificilmente abordables: el alzhéimer.
PROTECTOR CEREBRAL
A comienzos de 2014, investigadores de la división de Ciencias Biomédicas de la Memorial University of Newfoundland, en Canadá, publicaron un prometedor estudio sobre los efectos de de los suplementos con aceite de coco a la hora de combatir el deterioro neuronal. Realizada en laboratorio, la investigación se centró en la capacidad del aceite de coco para inhibir el daño ocasionado por el péptido Beta-amiloide, componente principal de ciertos depósitos encontrados en los cerebros de pacientes aquejados de demencia senil. Pues bien, el resultado de este estudio mostró que dichos suplementos actúan como barrera frente a este péptido, observándose una mejoría significativa en los pacientes después de entre 45 y 90 dí-as de tratamiento. Aunque varias compañías farmacéuticas se interesaron por dichos resultados y comenzaron a implementar la incorporación de aceite de coco a sus medicamentos, fueron los familiares de enfermos de alzhéimer los que adoptaron la primera y más sensata medida: acudir al herbolario y adquirir aceite de coco natural.
CONTRAINDICACIONES
Como cualquier otra grasa saturada, se recomienda utilizarlo con moderación -dos o tres cucharadas al dÌa-, de lo contrario puede incrementar el mal del colesterol y coadyuvar a provocar cardiopatías. De hecho, el aceite de coco es rico en grasas saturadas (cerca del 92%, frente al 64% de la mantequilla). No obstante, estudios recientes sugieren que el aceite de coco sólo aumenta los niveles de colesterol en la medida en que los ácidos grasos trans ya están presentes en el paciente. En cuanto a su uso como suplemento para la pérdida de peso, no hay que olvidar que, en exceso, las grasas saturadas se almacenan como grasa corporal. También se han detectado algunos casos de reacciones alérgicas, aunque leves.