Universitarias chinas posan desnudas con su identificación como garantía para obtener un préstamo.
Sexo, fotos y dinero, elementos clásicos en cualquier escándalo, son los ingredientes del último caso que ruboriza a la sociedad china. Un asunto que coleaba desde hacía un tiempo pero que estalló la semana pasada cuando aparecieron en las redes sociales del gigante asiático 10 gigabytes de fotos, vídeos íntimos y datos de contacto de al menos 167 mujeres, la mayoría de ellas menores de 25 años. Su exposición pública sería el castigo infligido por unos prestamistas sin escrúpulos en represalia por la imposibilidad de devolver unos préstamos a unos tipos de interés abusivos.
La aparición en internet de chicas universitarias desnudas mostrando su carnet de identidad para obtener un préstamo ha puesto de manifiesto las contradicciones que registra la sociedad china. Pone de relieve la falta de reparos de unos prestamistas que no vacilan en aplicar unos intereses semanales del 30%, pero también la existencia de un encorsetado sistema financiero incapaz de articular créditos a los estudiantes y una desenfrenada avidez por consumir a ciegas entre una buena parte de la juventud del país.
La mayoría de estas chicas se habrían hecho las selfies para obtener un préstamo para sus estudios ante las facilidades que les ofrecen los prestamistas privados a través de internet. Una oferta muy golosa en comparación con la banca oficial, que recela de los estudiantes al no tener ingresos fijos y rechaza sus peticiones. “En menos de tres minutos obtuve un préstamo de 5.000 yuanes (690 euros) tras presentar mis vídeos y selfies desnuda al prestamista”, dijo Wang Yi al Diario de la Juventud.
Muchas de ellas, sin embargo, también acuden a esta oferta de créditos para comprar aparatos electrónicos o viajar. “He quedado con mi amiga para ir de viaje. Mi amiga es rica y no quiero que piense que soy pobre”, justificaba una de las víctimas en su cuenta de una red social sobre los motivos que la impulsaron a pedir un préstamo.
Lo que muchas de ellas no sospechan es que al final, por un cantidad pequeña, acabarán pagando una fortuna a unos especuladores sin escrúpulos, que se aprovechan de su desesperación para encontrar financiación. Este fue el caso, de una estudiante que acabó pagando por un iPhone 6 700.000 yuanes (96.000 euros), según Global Times.
Y es que para sus créditos, que en la mayoría de los casos no superan 6.000 yuanes (825 euros), estos prestamistas no sólo les piden fotos y vídeos desnudas a modo de garantía, sino también un montón de datos para tenerlas atrapadas. Además de aplicarles unas tasas de interés semanal del orden del 30%, les exigen sus direcciones de estudio o de trabajo, su teléfono, sus cuentas en las redes sociales y los contactos de sus padres. Datos con los que extorsionarlas si no pagan su deuda. El chantaje puede llegar a la obligación de mantener relaciones sexuales con los acreedores o desconocidos.
El problema para estas jóvenes es que no hay ninguna ley que las ampare. “El uso de una foto desnuda como garantía no está prohibido por la ley, incluso si plantea cuestiones éticas”, señaló hace un tiempo Fu Jian, de la firma de abogados Yulong Law, según la publicación Sixth Tone. Ni tampoco existe ninguna institución que supervise la concesión de créditos a través de internet en China y que gran parte de la regulación existente es ambigua. Circunstancias que dan lugar a una amplia zona gris que permite actuar a estos prestamistas a través de las plataformas digitales.
La sociedad china, sin embargo, se muestra dividida a la hora de solidarizarse con estas jóvenes ante los usureros. Según un sondeo realizado por el semanario Legal en verano, entre 69.000 personas, un 55% de los encuestados considera que la culpa es de las mujeres, por su falta de moralidad ante la oportunidad de conseguir dinero para sus propósitos. Otro 44%, en cambio, critica a los prestamistas por aprovecharse de la situación de las chicas.