Delano Meriwether se encontraba descansando en su casa junto a su esposa Myrtle y su hijita de 15 meses. Este hematólogo de 27 años tenía una afición por el atletismo, deporte que nunca practicó pero que solía seguir. Aquel apacible domingo de verano viendo una competencia por la televisión lanzó una frase que le cambiaría la vida: “puedo vencer a esos chicos”, le dijo a su pareja. “Por supuesto cariño”, contestó ella lacónicamente como para salir del paso. Tiempo después cumplió su predicción y se codeó con los mejores velocistas de Estado Unidos y del Mundo.
Gracias a la influencia de su padre, que era profesor de ciencia en la Burke High School, Meriwether desde pequeño se sintió atraído por el mundo científico. Sus primeros pasos los dio en la biología y se inclinó hacía la veterinaria. Con un trabajo sobre los parásitos internos de los perros participó en la Ferina Nacional de Ciencia, logrando un reconocimiento por parte de la American Veterinary Association.
Tras egresar del secundario entró con una media beca a la Michigan State Universtiy, en donde realizó el curso de ingreso a la carrera de veterinaria, la que abandonó 2 años más tarde. “Cambie mi cabeza y pensé que quizás podía contribuir con algo en el campo de la medicina. Sentí que podía tener más desafíos”, recordó en una entrevista a Sports Illustrated.
La Duke University le abrió las puertas. Allí se cruzó con el Doctor Charles Mengel, que lo encausó hacia el lado de la hematología. “No sólo estimulo mi interés por la investigación sino que también fue una influencia muy fuerte”, comentó Meriwether. Realizaron diversos trabajos que fueron editados en varias publicaciones médicas prestigiosas. En 1967 consiguió el título y pasó a la historia por ser el primer negro en recibirse en este centro de estudios del estado de North Caroline. Dos años después ingresó en el Baltimore Cancer Reserch Center para atender a pacientes con leucemia.
En Baltimore fue cuando empezó correr como simple diversión y para liberarse del stress diario. Un año más tarde, y luego de que aquel pronóstico que le había dado a su esposa, comenzó a aparecer en diversas competencias menores. Su saltó a la fama se produjo en junio de 1971 cuando ganó los 100 metros de la Amateur Athletic Union (AAU), carrera en la cual compitieron varios atletas destacados, entre ellos Charlie Greene, subcampeón olímpico, que ni siquiera pudo subirse al podio. Como si esto no fuera suficiente igualó el récord del mundo del hectómetro, pero su marca no fue homologada porque el viento que tenía a favor no era reglamentario.
Antes de la carrera fue objeto de burlas por su atuendo. Llevaba puesto una bata de médico y tenía una llamativa malla dorada con tirantes. Lo único que hacía pensar que era un corredor eran sus zapatillas Adidas con clavos. No sólo era llamativo su uniforme, sino también su manera de entrenar. Lo hacía de noche, al aire libre y en un gimnasio sin luz artificial. Tampoco contaba con un entrenador. “Decirle a un entrenador que me venga a ver en la oscuridad de la noche es ridículo”, solía contestar, con toda razón, cuando lo consultaban sobre el tema.
Al no tener una base física sólo corría los 100 metros al aire libre y su equivalente a nivel indoor, los 60 metros, que era la especialidad en la que mejor se desenvolvía. En ambas pruebas tuvo resultados satisfactorios, lo cual le valió convertirse en una de la figuras del exigente circuito interno que existe en Estados Unidos. A pesar de encontrarse en esta posición, el atletismo no era su prioridad y la medicina seguía siendo lo más importante en su vida.
El mayor logró de Meriwether fue haberse colgado la medalla de bronce en los Juegos Panamericanos de Cali 1971. Como campeón nacional tenía chances de llegar a los Juegos Olímpicos de Munich 1972, pero una lesión en la rodilla le impidió participar en el trial clasificatorio.
En el último tramo de su carrera deportiva dividía el tiempo entre las pistas y las oficinas de la Casa Blanca, en donde trabajaba en el Departamento de Salud Publica. Una de sus funciones fue liderar un programa de vacunación contra la gripe que contó con una fuerte oposición de empresas farmacéuticas y de varios colegas.
Se retiró definitivamente en 1974 luego de ser sexto en el Campeonato de Estados Unidos. Tenía 30 años y las lesiones lo estaban aquejando, en especial porque no tenía una preparación física óptima. El nombre de Meriwether siguió figurando a nivel de veteranos y en 1979 estableció el récord nacional para mayores de 35 años en los 200 metros, marca que todavía perdura.
En 1983 abandonó Washington y se instaló en Sudáfrica, en donde oficio de médico en lugares duramente castigados por el Apartheid como, por ejemplo, Soweto. Cumplió esta función hasta 1990 cuando retornó a Estados Unidos. Actualmente continúa realizando investigaciones científicas y es un prestigioso doctor. Esporádicamente aparece en competencias de veteranos.
Meriwether tuvo una carrera fugaz, pero le alcanzó para ganarse un lugar en la historia del atletismo.