El primer ministro de Israel acusa a Teherán de «mentir» tras la firma del acuerdo de 2015.
El secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, comenzó a enterrar el acuerdo nuclear con Irán en su gira exprés del fin de semana por Riad y Tel Aviv y Benjamin Netanyahu dio el empujó final a Donald Trump para que el día 12 de mayo se desvincule de forma unilateral del texto firmado en 2015 por Barack Obama. El primer ministro israelí dirigió un discurso televisado a la nación en prime time en el que repitió una y otra vez que «Irán miente sobre sus planes nucleares».
Si en 2012 empleó el dibujo de una bomba ante la Asamblea General de Naciones Unidas para demostrar las intenciones de la república islámica, esta vez la puesta en escena consistió en una estantería llena de archivadores y una pantalla para ir mostrando presentaciones en PDF de los documentos más relevantes de los más de 100.000 que la inteligencia israelí ha logrado recopilar.
Netanyahu, micrófono en mano y en inglés, sólo habló en hebreo los dos minutos finales que es cuando reveló que esta información la obtuvieron hace una semana, afirmó que se trata de «pruebas concluyentes» sobre la existencia de un «programa secreto iraní» para acceder al armamento nuclear. A los pocos minutos de concluir su aparición ante las cámaras, Trump respaldó al líder israelí y señaló que sus palabras «demuestran realmente que yo tenía la razón al cien por cien» sobre las intenciones iraníes.
Analistas como Ali Vaez, responsable de Irán en el International Crisis Group (ICG), lamentó en las redes sociales la «falta de pruebas de peso» en la comparecencia de un primer ministro cuyas pruebas «ya eran conocidas y estaban en poder de la AIEA». Según Vaez, «todo indica a que Israel se ha limitado a hackear al organismo internacional para conseguir los detalles de las respuestas de Irán a las preguntas que se le formularon antes de 2015».
Bombardeo contra bases militares en Siria
Las palabras de Netanyahu fueron el epílogo de una jornada que arrancó con la noticia de nuevos ataques contra bases militares en Siria. Los medios oficiales sirios informaron de una «nueva agresión» con «misiles enemigos» contra «posiciones militares en las provincias de Hama y Alepo». El Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH) aseguró que estos nuevos bombardeos fueron «probablemente israelíes» y que el que se produjo en Hama tuvo como objetivo la Brigada 47 y costó la vida al menos a 26 combatientes progubernamentales, entre ellos varios extranjeros, y otros 60 resultaron heridos. Entre las víctimas podría haber varios asesores iraníes, aunque las agencias semioficiales ISNA, Tasnim y Mehr, citando fuentes anónimas, recogieron que las informaciones sobre la muerte de iraníes en esos ataques eran «falsas».
Todas las miradas apuntaron de forma inmediata a Israel, pero el Estado judío, como hace normalmente en estos casos, ni confirmó ni desmintió su participación en este ataque. Pese al silencio oficial, el Gabinete de Seguridad fue convocado en sesión de emergencia en el Cuartel General del Ejército en Tel Aviv. A lo largo de la jornada, los medios israelíes informaron de que el bombardeo se produjo horas después de que un avión militar iraní de carga aterrizara en una base de la provincia de Homs en la que los iraníes contarían con aviones no tripulados.
Los drones son una de las líneas rojas impuestas por un Estado judío que insiste en que no permitirá que la república islámica establezca bases permanentes en Siria. En febrero la aviación israelí destruyó un centro de control de aviones no tripulados de Irán en la base T4, pero uno de sus cazas fue derribado por la defensa antiaérea siria cuando trataba de regresar. Fue el primer aparato que perdía Israel en combate en décadas y obligó a los israelíes a admitir de forma oficial su operación en Siria. Dos meses después otros «dos cazas F15 israelíes», según el ministerio de Defensa ruso, violaron el espacio aéreo libanés y desde allí «lanzaron ocho misiles» contra este mismo aeropuerto militar situado en mitad del desierto, entre las ciudades de Homs y Palmira, y mataron al menos a siete paramilitares iraníes vinculados a la Guardia Revolucionaria. Desde ese día Israel prepara a su opinión pública para la posible respuesta militar iraní.
Una ventana a tres años de paz
El pacto nuclear firmado en 2015 por Irán y el 5+1, grupo formado por EE.UU., China, Rusia, Francia, Reino Unido y Alemania, acabó con 34 años de «guerra fría» entre Washington y Teherán, pero la llegada de Trump cortó de cuajo esta especie de reconciliación por la que los iraníes se comprometieron a congelar su programa atómico a cambio del levantamiento de sanciones. La Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) refleja en cada informe que los iraníes cumplen lo acordado, pero Trump se alineó desde el comienzo con los planteamientos de israelíes y saudíes, que ven a Irán como su gran enemigo regional y piensan que los iraníes persiguen la bomba, sin importar los informes del organismo internacional.
Ante la escala de la tensión diplomática, el jefe de la agencia iraní para la energía atómica, Ali Akbar Salehi, advirtió de que «si no podemos mantener las promesas que hemos hecho a nuestro pueblo, el país volverá a la posición previa o incluso a una mejor» a la que tenía antes de firmar el acuerdo, según la cadena estatal Press TV.