Trump anunció el viernes a su nominada como próxima embajadora en la ONU.
Hubo quien arqueó las cejas, en uno de esos movimientos faciales que salen instintivos, entre la sorpresa y la incredulidad. Heather Nauert, portavoz del Departamento de Estado, compareció en rueda de prensa el pasado 5 de junio y estableció una relación que, cuando menos, descolocó a los estudiosos. Citó el día D, jornada de 1944 del desembarco aliado en Normandía en la Segunda Guerra Mundial, para ilustrar la profundidad de las relaciones de amistad entre Washington y Berlín.
“Mañana es el día D de la invasión. Obviamente tenemos una muy larga historia con el gobierno de Alemania y disponemos de una fuerte relación”. Esto es lo que dijo Nauert. Ayer algunos lo recordaron al anunciarse que es la elegida del presidente Donald Trump para sustituir a Nikki Haley como embajadora estadounidense en la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Lo será a partir del 2019, si es que el Senado la confirma. Dada la mayoría republicana en la Cámara, no parece que vaya a descarrilar a pesar de las lagunas y los gazapos que los demócratas tratarán de explotar en las audiencias.
Ese comentario de Heather Nauert, de 48 años, con escasa experiencia en el gobierno y en las relaciones internacionales, se interpretó como una demostración de la falta de comprensión histórica de esta mujer forjada como periodista y presentadora de la Fox, cadena de reclutamiento de personal para Trump, y que pronto deberá afrontar a Corea del Norte, Irán o Rusia.
Conductora de Fox & Friends
Sólo hace 18 meses que era la conductora de noticias en Fox & Friends, uno de los programas favoritos del presidente, y uno de los shows en los que de habitual encuentra inspiración y munición para cargar sus tuits.
Según dicen, la eligió a ella por su estampa como la cara y la voz de la política exterior de Estados Unidos. Y ahora la ha encumbrado por su fidelidad a la causa. Dejó la Fox en abril del 2017 y se ha ganado la reputación de ser una defensora incondicional de Trump, incluso durante la atribulada experiencia de Rex Tillerson como primer secretario de Estado en este mandato.
A pesar de la turbulenta relación entre Tillerson y Trump, la portavoz estuvo más del lado del presidente, cultivó el acercamiento al ala oeste y siempre se mostró más dispuesta a secundar a Trump que a su jefe directo.
Ella es trumpista ante todo. Expulsada del círculo interno de Tillerson –la consideraban una “infiltrada”, muy vinculada a Ivanka Trump y su marido, Jared Kushner–, Nauert desarrolló su propia relación con los diplomáticos de carrera. Como le impedían viajar con el secretario de Estado, se organizó sus periplos de formación por el mundo.
Todo cambió al ser nombrado Mike Pompeo en sustitución de Tillerson. Nauert entró en el círculo virtuoso del poder más vinculado al “América primero” que al multilateralismo.
Pompeo la promovió como subsecretaria de Estado para la diplomacia y asuntos públicos, cargo que ha desarrollado hasta el pasado octubre y que la convirtió en la número cuatro del departamento. También sonó como posible nueva portavoz de la Casa Blanca por el desgaste en el toma y daca de la titular, Sarah Huckabee Sanders, que carece de la capacidad de Nauert para las relaciones.
Criada en Rockford (Illinois), se licenció en Comunicación por la Universidad de Mount Vernon y obtuvo un máster en Periodismo por la Columbia neoyorquina. Empezó como reportera a mediados de los noventa en la Fox. Su primera gran irrupción se debió a su papel de joven comentarista republicana del caso del presidente Bill Clinton y la becaria Monica Lewinsky. En su ascensión anti-Clinton, The New York Post tiró en un titular de la teoría casposa del florero: “Los caballeros prefieren a las expertas rubias”.
Difundió que los niños que cruzaban la frontera traían enfermedades
Después estuvo en otros medios, como la cadena ABC –la nominaron para un Emmy en el 2006–, para regresar a la Fox en el 2007. Consolidada como presentadora de Fox & Friends, Nauert difundió que los niños que cruzaban la frontera traían enfermedades –a los indocumentados les llamaba siempre “ilegales”–, dio pábulo a teorías conspirativas sobre el ataque al consulado de Bengasi o a la de que los musulmanes imponen sus costumbres a la sociedad estadounidense. En todo ha seguido el manual del presidente, salvo que, a diferencia del “enemigos del pueblo”, ella ha salido en defensa de los periodistas.
Nauert será la embajadora en una organización que Trump detesta, pero que a su vez necesita para ir a la Asamblea General y decir al mundo “aquí estoy yo”. Se ha de sentir reconfortada. El presidente le ha otorgado el puesto en el que veía a su hija, a Ivanka.