Puede que solamente haya estado en su cargo por tres semanas, pero ya comenzó a hacer trabajar su magia empresarial.
Al utilizar Twitter para fustigar a Nordstrom por retirar la línea de ropa de su hija Ivanka, desató una efusión de amor por parte de los consumidores. Las acciones de la tienda terminaron el día con un alza del 4 por ciento.
El papel de Meryl Streep en Florence Foster Jenkins no es de lo mejor que se le haya visto, pero su polémica de alto perfil con el presidente de Estados Unidos probablemente le ha ayudado a obtener su vigésima nominación al Oscar.
Pero quizás el mayor beneficiario de la rabia de Trump ha sido su enemigo más odiado: los medios de comunicación. A pesar de ser etiquetado como promotor de "noticias falsas", "injusto" y de "fracasado", el New York Times ha visto multiplicarse por diez el índice de sus suscripciones desde las elecciones.
Tan beneficioso es este toque de Midas de Trump que es probable que veamos a más marcas implorando por estar en la mira presidencial.
Influenciado por su inflado ego, Trump aparentemente no sabe que al tuitear su oprobio le está dando a sus antagonistas una plataforma fantástica.
A menudo es la indignación lo que más se ve, lo que sobresale. Es bien sabido en el mundo de las publicaciones que los libros de escritores primerizos que reciben críticas negativas tienen más probabilidades de grandes ventas que los que son elogiados. Parafraseando a Joseph Conrad, hay una fascinación por la abominación.
Es uno de los trucos más viejos en el libro de jugadas de relaciones públicas para así provocar a la bestia. Como un promotor con un espectáculo vanguardista por vender, lo mejor que pueden esperar es ser picados por los iracundos y obtusos.
Los grandes maestros de la caza de controversias fueron los Sex Pistols y su manager Malcolm McLaren, quienes crearon la idea del punk como una bofetada en la cara del establecimiento.
En un mundo en el que ser prohibido por la BBC habría significado el suicidio profesional, el lanzar God Save the Queen, nada más que en el jubileo de plata de la Reina, fue para los Pistols una idea genial que le reportó al grupo su segundo hit en las islas británicas.
Sin embargo, antes de que cada estratega de marca y ejecutivo de relaciones públicas en Estados Unidos comience a trabajar en su plan de cuatro años para golpear a Trump, hay dos cosas cruciales que deben ser considerados.
Primero, Trump no necesita mucho hostigamiento. Para Arnold Schwarzenegger el hecho que desató la ira del presidente fue simplemente no ser Donald Trump. Se tendrán pocas ganancias mientras se suman el número de personalidades y marcas que están a la altura de este nivel increíblemente alto.
En segundo lugar, piense en quiénes son sus clientes. Mientras que una tienda como Nordstrom tiene su corazón en los Estados Unidos urbanos y anti Trump, la situación para grandes marcas es más complicada. Una marca como Amazon, sin duda, tiene una mayor necesidad de llegar a los clientes rurales, no metropolitanos, muchos de los cuales estén probablemente molestos con todo lo que suene a liberal. Jeff Bezos, consejero general de la tienda minorista online, pasó de ser un crítico vocal de Trump durante la campaña electoral a estar "muy entusiasmado" con el nuevo gobierno, según un informe de Business Insider.
Sobre esta base, podemos estar seguros de que copias de clásicos como 'El arte del trato' y 'Piensa como un multimillonario' siempre estarán en abundancia.
Sin embargo, si los índices de aprobación de Trump siguen siendo tan bajos como lo son (o incluso más bajos) muchos de los que trabajan en la industria de las relaciones públicas estarán esperando en privado a ser el enemigo de este némesis de moda.
Estoy seguro de que en más de un dormitorio en los Estados Unidos, los ejecutivos de relaciones públicas estarán de rodillas, orando por primera vez en años: "Dios mío, por favor deja que Donald Trump ataque a uno de mis clientes".