Manning, que será liberada en mayo, fue arrestada en 2010 tras filtrar 700.000 archivos militares y cables diplomáticos. La decisión causa un profundo debate en la opinión pública.
A menos de tres días de dejar la Casa Blanca, el presidente Barack Obama tomó este martes una decisión que de inmediato encendió pasiones y desvió la atención mediática sobre el enamoramiento entre Donald Trump y Vladimir Putin. Obama anunció el perdón a 64 condenados al encierro y la conmutación de la pena a otros 209 reclusos. No fue el elevado número agraciados lo que provocó la tremenda reacción política, social y periodística. Lo que hizo saltar la controversia se centró en la cuestión de que la soldado Chelsea Manning, de 29 años, es una de las incluidas en la larga lista de la benevolencia presidencial.
Manning, entonces el soldado Bradley Manning, está condenada a 35 años de prisión como autor en el 2010 de la mayor filtración de documentos de la inteligencia estadounidense a Wikileaks. Saldrá en libertad el próximo 17 de mayo. Habrá pagado sólo siete años de su pena, que cumplía en Fort Leavenworth (Kansas), después de ser detenido en la base a las afuera de Bagdad. Lo juzgaron en el 2013.
El presidente comparece este miércoles en su última rueda de prensa y el tema de Manning será uno de los puntos candentes. También hay que ver la reacción de Julian Assange, el cerebro de Wikileaks. Desde su encierro en la embajada de Ecuador en Londres, Assange prometió en su día que si perdonaban a Manning, facilitaría su extradición a Estados Unidos.
La decisión de Obama, calificada por los grupos en defensa de los derechos humanos como audaz y ampliamente lamentada en la comunidad de seguridad, en el Pentágono y entre los congresistas estadounidenses, de uno y otro lado, llega en un momento que todavía provoca un debate más sesudo. Se produce en medio de polémica sobre el espionaje al partido demócrata y a la campaña de Hillary Clinton, y su filtración en plena campaña electoral, de forma que ahora hay congresistas liberales que boicotearán la toma de posesión de Trump este próximo viernes. Consideran que la interferencia rusa le ilegitima como inquilino de la Casa Blanca.
La filtración de Manning, más de 700.000 documentos en los que expuso las cloacas de la guerra en Afganistán e Irak y los tejemanejes diplomáticos, lo llevó ante un tribunal militar, después de que la Casa Blanca, con Obama a la cabeza, afirmara públicamente que su acción había sido una alta traición. Según el ejecutivo de Washington, el uniformado puso en riesgo la vida de numerosas personas al desvelar operaciones y dejar al descubierto a aquellos que se dedican a recabar información de cara a abortar posibles atentados. Pese a esta afirmación, nunca se ha certificado que nadie haya sufrido consecuencias mortales o peligros debido a su acción.
Los defensores del convicto siempre han sostenido que el soldado hizo una labor de filtrador, que es una de las maneras de evitar los desmanes del poder. Su encarcelamiento provocó un amplio movimiento en su defensa, que reiteradamente ha solicitado su liberación y que, a fin de cuentas, se ha apuntado un tanto.
Argumentaron que su condena era tan excesiva que contradecía cualquier regulación internacional, y apelaron a los problemas psicológicos que sufría. En los últimos meses intentó suicidarse en dos ocasiones. En el 2015 inició su transformación a mujer, cuestión finalmente atendida por los responsables militares.
“El presidente ha salvado la vida a Manning”, dijo en un comunicado Chase Strangio, abogado e la American Civil Liberties Union que ha dado cobertura legal al convicto. “Nos sentimos bien sabiendo que saldrá de la cárcel como una mujer libre, dedicada a hacer el mundo un poco mejor con su lucha por la justicia”, añadió. La familia también comunicó su agradecimiento. Otro filtrador relevante, Edward Snowden, refugiado en Moscú, expresó su satisfacción y le urgió a mantenerse fuerte.
Fuentes la Casa Blanca justificaron la decisión de Obama apelando a que Manning se responsabilizó por lo que había hecho y que mostró remordimientos por su acción. Obama ha sido el presidente que más penas ha perdonado y conmutado, pero también el más tenaz y duro a la hora de perseguir las filtraciones a la prensa.
En la inteligencia estadounidense creó un “auténtico shock” la gratitud hacia Manning. “Toda la comunidad está desmoralizada por este inexplicable uso del poder ejecutivo”, aseguró uno de sus miembros a la CNN.
“Esto causa un daño a nuestra seguridad nacional y Chelsea Manning debe seguir cumpliendo su condena”, sostuvo el senador republicano Tom Cotton en un comunicado. “Si alguien filtra nuestros secretos de estado, pone en peligro directamente a nuestro país, necesitamos dar ejemplo y ser severos”, indicó el también republicano Bill Cassidy. Y Lindsey Graham comparó la filtración a “apuñalar a los colegas por la espalda”, mientras que Obama “ha abofeteado a todos aquellos que sirven con honor”. Desde el lado demócrata, el senador demócrata Robert Menendez les hizo coro. “De esta manera se da el mensaje de que se puede filtrar con escasas consecuencias”, insistió. En general se reiteró el calificativo de traidor.
Junto a Manning, el presidente perdonó la condena James Cartwright, el militar que el pasado octubre se reconoció culpable de mentir en una investigación federal, después de que el facilitará información clasificada al The New York Times respecto a instalaciones nucleares. Lo suyo, sin embargo, quedó sepultado en el fuego cruzado sobre Chelsea Manning.