WASHINGTON
Ocho días antes de que Hillary Clinton asumiera su cargo como secretaria de Estado en 2009, un colaborador del ex presidente Bill Clinton discretamente registró una nueva dirección electrónica para la pareja. Ese trivial pero deliberada compra es la más reciente pista que se conoce del sistema de correo electrónico privado que ahora persigue a la aspirante presidencial demócrata.
Sepultada en una nota al pie en un reporte del gobierno difundido el miércoles, la referencia al registro de clintonemail.com fue un primer paso hacia la construcción de un sistema de correo electrónico privado que ha abierto una investigación del FBI e hizo surgir dudas sobre el juicio de Clinton mientras ocupaba el principal cargo diplomático del país.
El reporte de 83 páginas del inspector general del Departamento de Estado da más detalles de ese servidor: quién sabía de él, sus vulnerabilidades y el mal manejo burocrático que permitió que el sistema secreto operara ajeno a los canales normales durante el periodo de Clinton.
Los hallazgos —hace más de un año— también muestran cómo el uso de correos privados por parte de Clinton y otros importantes colaboradores causaron dolores de cabeza a algunas autoridades en el mismo departamento que sabían de su existencia y para una agencia que desde hace mucho ha batallado para cumplir con las medidas federales de seguridad informática y los requerimientos para mantener registros.
Pasarían seis años antes de que ese simple registro de dominio en 2009 para Clinton se conociera públicamente y que The Associated Press rastreó por primera vez hasta la casa de ella en Chappaqua, Nueva York, en marzo de 2015. Gran parte de lo que se sabe del sistema y por qué lo usaba no ha quedado claro por la falta de evidencia documental y la renuencia de Clinton a hablar del tema.
Con el paso del tiempo, a través de los reportes noticiosos y con el reporte del inspector general, está surgiendo una imagen más clara: se trataba de una computadora en un sótano que opera con software de Microsoft y conectado directamente a internet para manejar las comunicaciones entre Clinton y sus colaboradores. Lo que no queda claro es qué tan seguro era el sistema en ese momento, en especial después de que se supo que hubo intentos de infiltrarlo, de acuerdo con el reporte del inspector.
Clinton no quiso ser entrevistada para el reporte del inspector, a pesar de que ella dijo este mismo mes que estaría feliz de "hablar con quien sea y cuando sea" sobre el asunto y alentaría a su gente a hacer lo mismo. Tres ex colaboradores —Huma Abedin, Cheryl Mills y Jake Sullivan— tampoco quisieron hablar. Un cuarto, Thomas Nides, no respondió a las solicitudes del inspector general. Abedin y Sullivan hoy son colaboradores de campaña de Clinton, mientras que Nides, vicepresidente de Morgan Stanley, es un importante contribuyente de la campaña de la aspirante a la Casa Blanca.