El tenista Rafael Nadal supera a Dimitrov en un maratoniano partido y se cita con Federer en la gran final (6-3, 5-7, 7-6, 6-7, 6-4)
2.065 días después el tenis volverá a vestirse de gala. Hacía casi siete años que Rafa Nadal y Roger Federer no se citaban en una final de Grand Slam. Una rivalidad histórica que parecía cosa del pasado y que, contra todo pronóstico y para fortuna de los más nostálgicos, volverá a producirse en el Open de Australia. Después de que Federer hiciera los deberes en el primer partido de semifinales, Nadal rubricó la final soñada al superar a Grigor Dimitrov en cinco maratonianos y sufridos sets (6-3, 5-7, 7-6, 6-7, 6-4).
Lo hizo con mucho sudor el balear y con esa dosis de trabajo y oficio que le caracteriza, todo ello combinado con su fortaleza mental inexpugnable. Tuvo que emplearse a fondo en un partido muy estratosférico y muy intenso, sacando esa garra inconfundible para aferrarse a la pista y que le permitió resistir a la gran exhibición de tenis de Dimitrov, quien le exigió al máximo durante las casi cinco horas de encuentro (4:56).
Apretó el puño el de Haskovo en el segundo set, jugando profundo y con la intención de generar las primeras dudas en el juego de Nadal. Tras repartirse varias rupturas, finalmente la manga cayó de su lado para igualar la contienda.
A diferencia de otros partidos que hemos visto durante el torneo australiano, a Nadal le costó un mundo dominar los puntos con la seguridad que venía mostrando. Se le encogió el brazo en algunos momentos, nada que ver con la soltura de Dimitrov, que con el partido de hoy ha dado un paso adelante para consagrarse en la élite y dejar de ser la copia barata de Federer.
La igualdad en el juego obligó que tuviera que ser el tie-break el encargado de dictar sentencia. El juez del tenis tomó la decisión salomónica de entregar uno a cada uno, llevando el partido a un decisivo y agónico quinto set.
La entereza con la que llegó Dimitrov en el tramo final no intimidó a Nadal. Si en las rondas anteriores golpeó y se movió como en sus mejores tiempos, en esta semifinal demostró por qué mentalmente no ha habido nadie como él en la historia de ningún deporte.
Después de gozar de oportunidades de ruptura en varios juegos sin suerte, el partido se le puso cuesta arriba perdiendo 4-3. Un break con el 15-40 en el marcador era prácticamente definitivo en su contra. La tensión podía cortarse con un cuchillo afilado. Fue entonces cuando Nadal sacó la raza y su mejor tenis para remar y remar hasta terminar llevándose un juego no apto para cardíacos.
Esa situación dejó tocado a Dimitrov, que nada pudo hacer ante un Rafa que se encontraba en un punto de no retorno. Tras el break le costó horrores cerrar el partido, pero finalmente aprovechó su cuarta bola de partido para celebrarlo tirándose al suelo de la Rod Laver Arena ante la atenta mirada del legendario tenista, presente en la grada.
Nadal y Federer volverán a enfrentarse este domingo la final de Grand Slam más de cinco años y medio después
Una vez finalizado el épico partido y todavía emocionado, Nadal declaró que medirse con Federer es “algo muy especial para los dos” después de tantos meses fuera de las pistas. “Para mí es un privilegio. Para los dos es muy especial competir de nuevo en una final, después de haber atravesado muchos problemas ambos. Es un partido más para nuestra historia, dentro de la rivalidad, y la historia reciente de nuestro deporte, de los más especiales que se han vivido”, añadió.
Nadal calificó el partido contra Dimitrov de “partidazo”. “Tanto él como yo hemos jugado a un nivel muy alto, y ha habido puntos fantásticos, muy bonitos, de aguantar una más, de golpes de gran nivel”, declaró en rueda de prensa.
”Es difícil poder pedir más a un partido de tenis, porque ha tenido emoción y la realidad, como he dicho en la pista, es que me siento muy feliz de haber formado parte de este, uno de los especiales de mi carrera”, admitió.