Cuando se habla de Sonoma, lo primero que viene a la mente son sus fabulosos viñedos de su valle. Pero este condado cuenta con una variedad de pueblitos costeros que son un encanto. Tras una visita a San Francisco nos dirigimos hacia el pueblo de Jenner, un diminuto municipio costero al norte atravesando el hermoso Valle del Russian River entre viñedos y granjas.
El serpenteante camino entre cerradas curvas y montañas nos llevó hasta River’s End Restaurant & Inn. Las rústicas cabañas construidas en 1927 están justo sobre donde el Río Russian se encuentra con el Océano Pacífico. Los cinco bungalós están adornadas con mucho gusto y cuentan con todas las comodidades necesarias que no requieran tecnología, en otras palabras: ¡No televisión y cero señal de móvil!
Por un instante estuve preocupado sin internet, ya que soy adicto a las noticias, pero una sola mirada desde nuestro balcón y la preocupación pareció absurda ya que se podía disfrutar del show que es la escarpada costa californiana. Tras observar la primera caída del sol desde el excelente restaurante adyacente del mismo nombre, comprendimos que no hace falta la TV ni otra distracción. El local es muy popular para almuerzo y cena por sus ofertas frescas y locales y muchos esperan pacientemente en la barra para obtener una mesa junto a los ventanales y disfrutar del atardecer.
A la primera luz del día leones marinos se han apostado en el banco de arena para solearse y alimentarse de salmón, es una experiencia mirarlos y así pueden pasar horas. Mientras que no parecen temer a los humanos, es mejor guardar cierta distancia. Aunque sólo dejamos atrás nuestras pisadas, es algo tan hermoso que siempre está la duda de poder perturbar la natural estampa.
El River’s End Restaurant & Inn es el lugar ideal para hacerlo ‘centro de operaciones’ ya que de ahí se puede partir hacia el interior y visitar los viñedos y pueblitos o explorar la variedad de parques estatales y sus playas a lo largo de la costa lo que hicimos tras asegurarnos que los leones marinos hubieran desayunado una buena cantidad de salmón.
De la costa fuimos campo adentro, visitando el pueblo Occidental donde disfrutamos de un excelente desayuno en el Howard’s Station. Este pueblito que se puso literalmente en el mapa al convertirse en una parada de ferrocarril a finales de los 1800 parece sacado de una postal. Es casi imposible creer que ubique a sólo 1.5 horas de una ciudad tan cosmopolita como San Francisco. Su tiempo de gloria se debió a los aserraderos y en la actualidad es hogar para muchos artistas y también cuenta con impresionantes tours de tirolesas entre secoyas.
Interrumpimos la pintoresca manejada para pasar por la ciudad de Santa Rosa por la autopista y dirigirnos al centro de Healdsburg, considerado un paraíso ‘foodie’ y área de viñedos. Hop Kiln Winery ubicado en una edificación del siglo 19 y Bella Winery, que cuenta con un sistema de cuevas donde hacen sus degustaciones, son una belleza e inusuales.
Para regresar a la costa tomamos la ruta Skaggs Springs que pasará a la historia como una de las rutas más bellas y espeluznantes por lo empinado y estrechos caminos al lado de riscos que nos permitió ver el Lago Sonoma, montañas y más secoyas.
Decidimos repetir el restaurante River’s End para disfrutar de otra exquisita puesta de sol como complemento a la cena, aquí el atardecer parece más prolongado y con mayor variedad de colores. El sol desapareció entre formaciones de rocas y la costa del Pacífico.
Pueblo de Sonoma:
De camino hacia Jenner nos detuvimos en el centro donde hay una diversidad de restaurantes, atracciones históricas y tiendas. The girl and the fig es un popular bistro con ofertas de comida ‘country’ con un giro francés que destaca el higo como ingrediente en varios platos y cocteles.
Los súbitos cambios de temperatura en el norte de California pueden ser muy drásticos. Hubo días que comenzaron en los 40 grados y alcanzaron altos 80, había que estar preparado. La primera parada fue San Francisco, donde llueve un día y al otro también.