El británico logra su tercer triunfo del curso después de tocarse en la última vuelta con el alemán, que termina el cuarto tras la maniobra y con diez segundos de penalización.
Red Bull es una marca estrechamente vinculada a las emociones fuertes, y eso se puede extrapolar perfectamente al circuito de velocidad que la compañía energética posee en Spielberg (Austria). En los dos últimos grandes premios que se han celebrado aquí, la hinchada abandonó estas mastodónticas instalaciones casi en estado de shock, sin que la camisa le llegara al cuerpo. Hace un año, Kimi Raikkonen ensartó su Ferrari en el McLaren de Fernando Alonso y el finlandés a punto estuvo de no contarlo. Esta vez fue su compañero en la Scuderia,Sebastian Vettel, quien vivió un momento de esos que no se olvidan al explotarle el neumático trasero derecho del monoplaza cuando circulaba por la recta principal a 300 kilómetros por hora (vuelta 27). Por suerte la cosa quedó en eso, un susto monumental que hizo que Vettel viera por la televisión una de las carreras más excepcionales de los últimos tiempos.
“Esto sí que son carreras”, soltó Lewis Hamilton, que salió a hombros después de sudar como una bestia para llevarse la victoria, la tercera del curso para él. Un triunfo de lo más trabajado el del británico, que pasó de dominar el cotarro en la primera parte de la carrera a verse metido en un buen lío después de que sus estrategas se enredaran de mala manera y le obligaran a realizar una parada más de las que inicialmente estaban previstas. Al final, en la última vuelta, el actual campeón resolvió la papeleta con una maniobra marca de la casa: se tiró al cuello de Nico Rosberg y le hizo perder los nervios.
La pareja de Mercedes volvió a enmarañarse y la peor parte del encontronazo se la llevó Rosberg, que quiso defender la posición y se pasó de frenada y de listo. Su rival, que circulaba con unas gomas más duras y enteras, se lo comió al final de la recta apareciendo como un torpedo por el exterior. El piloto de Wiesbaden no quiso ceder y se lo llevó hasta más allá de los márgenes del asfalto, una acción que terminó costándole al alemán el alerón delantero de su prototipo, dos posiciones y 13 puntos en la tabla general. O sea, media ruina.
Segundo fue Max Verstappen, que in extremis pudo contener a Raikkonen (tercero). Carlos Sainz terminó el octavo después de culebrear por entre el pelotón (arrancó el 15º), y Fernando Alonso se vio obligado a abandonar a falta de cinco vueltas para el final, por culpa de una nueva avería en la parte eléctrica de la unidad de potencia de su coche.
“Ya hablaremos después de la carrera”, le dijeron a Hamilton por la radio, nada más pasar por meta. “Yo iba por el exterior y me vi en medio del accidente”, se defendió el actual campeón, cuyo discurso probablemente no habría tenido nada que ver de haber sido él el perjudicado por el topetazo. “Estas cosas pasan”, relativizó el corredor de Tewin (Gran Bretaña), que de este modo se sitúa a solo 11 puntos de distancia de su principal oponente en la lucha por el título, a las puertas de correr en Silverstone, ante su gente.
“Estaba seguro de ganar”
El historial del dúo de Mercedes puede articularse a partir de los roces que han ido teniendo desde que compiten bajo el mismo paraguas (2013). En todo este tiempo se le ha exigido a Rosberg que diera un puñetazo encima de la mesa, y el problema para él radica en que cuando se decidió a darlo lo hizo en mal momento y salió trasquilado. En esas circunstancias, Hamilton lo tenía todo a su favor para llevarse el duelo, y no solo lo hizo sino que, además, le recortó más terreno del que se esperaba.
Los protagonistas del momento con el voltaje más alto del fin de semana fueron reclamados por los comisarios de la Federación Internacional del Automóvil (FIA), que impusieron una penalización de diez segundos a Roseberg, que no tuvo ningún efecto en el resultado final. “Yo iba por el interior, frené un poco largo para defender mi posición, que era la buena, y él me golpeó. Frené tarde, mis frenos y mis neumáticos estaban peor que los suyos, pero él provocó el choque. Es una pena perder una carrera que estaba seguro de ganar”, consideró el alemán.